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A diferencia de la industria del espectáculo, que produce ilusiones, la industria tecnológica crea cambios culturales que transforman la vida de las personas, como que un niño pase menos tiempo al aire libre que un recluso de alta seguridad. Silicon Valley ha impuesto mucho más que teléfonos inteligentes: moda, como el calzado Allbirds; biohackeo, como las transfusiones de sangre de personas jóvenes; modelos económicos, como la start-up.

Y hasta un café, según escribió Jess Cartner-Morley en The Guardian: “Lo más extraño del café Bulletproof no es que uno le agregue una bolita de mantequilla de res alimentada con pasturas y una cucharada de aceite de coco, y lo considere el desayuno a pesar de lo raro que es cuando se lo traga. No, lo que hace a Bulletproof realmente raro es la trayectoria de tendencia que ha seguido”.

Este emblema de la influencia social de Silicon Valley comenzó cuando el emprendimiento de Dave Asprey, que prometía aumentar con grasas buenas los beneficios de la cafeína para la capacidad mental y la baja de peso, se convirtió en un pequeño imperio.

Primero la estrella del fútbol británico David Beckham comenzó a frecuentar su café en Santa Monica, California. Luego Dan Brown dijo que sus sesiones de escritura de Origen, su nueva novela, comenzaban a las 4 de la mañana gracias al café Bulletproof. La revista Vogue calificó a la infusión cremosa como “el nuevo jugo de vegetales”. Hoy los el Bulletproof envasado se vende en algunos supermercados de alimentos sanos y, por supuesto, en internet.

Silicon Valley se intersecta de distintas formas con las estrellas: muchas invierten en empresas tecnológicas, como Ashton Kutcher en Airbnb.

Las reuniones peripatéticas de Steve Jobs se han convertido en una tendencia más o menos en todas partes: se sabe que pasar toda la jornada laboral sentado a un escritorio es peligroso para la salud y que tener reuniones mientras se camina es una recomendación de salud pública para reducir el estrés y el dolor de espaldas.

“La boutique más reciente del Soho de Nueva York, que abrió en Prince Street, junto a Marc Jacobs y Ralph Lauren, es prueba de la primera real tendencia de moda que sale de Silicon Valley”, escribió Cartner-Morley.

“Allbirds, el calzado que ya es de rigueur en Googleplex, se extiende a ‘la clase creativa, arquitectos, diseñadores de interiores, productores de música’, según dijo a New York Observer el co-fundador de la empresa con sede en San Francisco, Joey Zwillinger”.

Aunque no está lleno de gente hermosa por fuera, Silicon Valley da al siglo XXI lo que Hollywood al siglo XX, argumentó el diario británico: la posibilidad del gran salto profesional. “No hace falta pasar años en la estructura de una empresa. Uno puede lograrlo todo aquí a los 22 años”, citó el artículo a Anjula Acharia, manager de celebridades de Trinity Ventures. “Acá la gente todavía usa anoraks. Tiene un aspecto geek. En cuanto al estilo, esto no es Nueva York ni Londres. Pero se ha convertido en el cuna de la nueva élite”.

Para Troy Carter, ex representante de Lady Gaga y ahora inversor de riesgo en Silicon Valley, hubo un cambio en el centro de gravedad del poder simbólico: es “la venganza de los nerds”, según dijo. Si antes se los veía en la première de una película, hoy los nombres más fuertes de la nueva élite se ven en el lanzamiento del iPhone X.

Mientras Alexander Wang, ícono de la moda nacido en San Francisco dejó de soñar con un imperio como el de las grandes casas de París para intentar ser como Amazon —”obviamente, la gran oportunidad es digital”, dijo— otros indicadores más crudos dan cuenta del cambio de domicilio de la influencia: la unión de empresarios tecnológicos con estrellas, como Evan Spiegel (Snapchat) con la modelo Miranda Kerr o Alex Ohanian (Reddit) con la atleta Serena Williams; también la inversión de estrellas en empresas de tecnología, como Jay-Z en Uber y Ashton Kutcher en Airbnb.

La empresa se basa en la innovación y la disrupción como ejes motivadores

“Silicon Valley ha creado una cultura en la cual el trabajo parece diversión”, escribió Cartner-Morley, “pero en la que se mira con recelo al descanso, inclusive en los fines de semana”. Por un lado, explicó, eso se deriva de la naturaleza de la red: un sitio no cierra, como un comercio físico, de noche o los domingos. Por otro lado, esa concepción lúdica termina con el trabajo de 9 a 5: lo que una persona hace es la extensión de su pasión.

La dieta keto (baja en hidratos de carbono y proteína pero alta en grasas benéficas), el veganismo, la meditación, los cultivos naturales y el biohackeo (promesas de regeneración celulares como Niagen, o rejuvenecimiento en general con la transfusión de sangre joven que ofrece Ambrosia) son algunas de las marcas que comienza a dejar la zona costera de San Francisco a Palo Alto, como la sudadera con capucha o el calzado chato.

La modelo Miranda Kerr y el fundador de Snapchat, Evan Spiegel

Pero si esa mentalidad inconformista es positiva para los negocios, su impacto cultural “puede ser algo más peligroso”, advirtió The Guardian, “en la media en que las grandes empresas tecnológicas terminan por moldear nuestras vidas, desde las noticias que leemos en Facebook hasta los pensamientos privados que son secretos a voces gracias al historial de búsquedas de Google”.