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Un nuevo iceberg acaba de soltarse de la Antártica, aumentando aún más la preocupación de científicos sobre los posibles efectos del cambio climático sobre el continente. En julio, un bloque de hielo colosal con 5 mil kilómetros cuadrados se desprendió de la plataforma Larsen C. Ahora, el iceberg es menor, con sólo 185 kilómetros cuadrados, casi cuatro veces el área de Manhattan, pero afecta a una región más sensible: el glaciar de Pine Island tiene suficiente hielo para elevar los niveles de los océanos en 50 centímetros.

En un comunicado, la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) informa que el B-44 fue detectado sobre la base de imágenes del satélite Sentinel-1. La expectativa es que el bloque se mantenga en la región en el primer año, luego se rompe en pedazos más pequeños y se mueve por la Bahía de Pine Island.

“El B-44 no debe presentar amenazas a la navegación”, informó la agencia.

El desprendimiento de icebergs de la plataforma que protege el glaciar de Pine Island no es inusual, pero el fenómeno se está acelerando en los últimos años. Desde 2013 se han liberado tres grandes bloques de hielo. Según los científicos, Pine Island es uno de los mayores glaciares antárticos y uno de los que se derriten más rápidamente.

La aceleración en el derretimiento fue detectada en 1992, cuando se iniciaron las observaciones por satélite. A través de análisis de sedimentos, investigadores descubrieron recientemente que el proceso se inició hacia la década de 1940. Con cerca de dos veces el tamaño del Reino Unido, Pine Island tiene otra característica única. En vez de que su plataforma se agrieta por los laterales, se desprende por el centro.

– Existe un consenso de que la cuestión no es más si la capa de hielo de la Antártica Occidental (donde está Pine Island) se derrite, es una cuestión de cuando-dijo Ian Howat, investigador de la Universidad Estatal de Ohio, al presentar un estudio sobre el glaciar en noviembre del año pasado.

Las estimaciones apuntan que los glaciares de la Antártida Occidental colapsarán dentro de cien años, contribuyendo a la elevación de los niveles de los mares en unos 3 metros. Esto afectaría a grandes ciudades costeras, como Nueva York y Miami. Sólo en Estados Unidos, el cálculo es que 150 millones de personas sean afectadas.