Deontay Wilder pesó 214 libras ante 241 de su retador Luis Ortiz
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NUEVA YORK.- En el Barclays Center de Brooklin, NY, se enfrentan los invictos Deontay Wilder (39-0 con 38 KOs) y Luis Ortiz (28-0 con 24 KOs). Será una pelea a 12 asaltos donde estará en juego el título CMB de la los pesos pesados, en poder del estadounidense. Sin embargo, más allá de los datos formales del pleito, los dos rivales se juegan mucho más que un título, el futuro de uno y la carrera del otro dependen directamente de una victoria.

Aunque suene insólito viendo su impresionante récord, Wilder necesita vencer con contundencia, con autoridad, a un rival como Ortiz para mejorar su credibilidad. De ello dependerá el respeto que imponga a la hora de negociar esa anhelada, esquiva y bien remunerada pelea contra el británico Anthony Joshua. Una hipotética derrota y hasta una victoria polémica, haría más difícil esa aspiración. Y más allá de que en lo inmediato Joshua tiene un peligroso compromiso de unificación contra el monarca OMB, Joseph Parker, el británico ha venido poniéndole piedras a la rueda. No desea enfrentarlo y una derrota de Wilder le facilitaría la concreción de ese deseo.

Con Luis Ortiz, el panorama es más acuciante que con Wilder. A punto de cumplir 39 años, con una carrera que nunca terminó de equilibrarse, a la que le faltaron las grandes bolsas, los mejores rivales y con el contrapeso de dos suspensiones por doping, esta parece ser la última oportunidad para todo. Ganar significa más que un título, significa sobrevivir al adiós, prolongar su carrera y lograr algunas bolsas importantes mirando el cercano momento de colgar los guantes.

De todas maneras, más allá de esas necesidades, en la perspectiva previa, Deontay Wilder es el gran favorito y desde todos los ángulos, una victoria del cubano sería una sorpresa, el “batacazo” de la noche.

Wilder con todas la ventajas

Deontay Wilder es un noqueador implacable, la estadística nos exime de la necesidad de argumentarlo. Un individuo con 38 peleas profesionales donde apenas una sola recorrió toda la distancia y el resto terminó por la vía rápida, impone respeto. Y se acepta esa insistencia de muchos detractores en desconocer esos méritos bajo la presunción de que enfrentó a rivales de menor nivel. Mike Tyson en sus mejores tiempos, hacia ver a cualquier rival por debajo de su nivel. Es la cualidad de los grandes noqueadores, no necesitan ser extremadamente buenos, les basta con su contundencia y facilidad para acabar rápido con sus rivales. El compromiso no es del noqueador, el compromiso es del rival, que pueda o no pueda contrarrestar con su boxeo la gran virtud demoledora del oponente.

Con Wilder, el “ninguneo” es injusto. Más allá de su arrogancia y verbo estrafalario, ha querido enfrentar a los mejores siempre y le ha faltado suerte. No por un acaso, le fueron canceladas tres peleas al hilo por causa de que sus oponentes dieron positivo en los controles antidoping. Es un campeón que no huye y es vedad que le faltan grandes rivales para probarse. Ortiz es uno de esos oponentes de respeto, aunque también para él, Wilder parece demasiado.

El campeón es más joven, es más fuerte, es más explosivo, determinante en la pegada, es más rápido que Ortiz y es propietario de una ferocidad y hambre de destruir aterradora. A eso sumemos que es más grande que el cubano , aunque no lo supera en distancia de brazo.

Su pasado reciente, también es digno de ser citado en las previsiones de este combate. Cuando en enero de 2015 venció a Bermane Stiverne y se adueñó del cinturón del CMB, llegando a la distancia por primera vez en su carrera, todos pensamos que ese hecho (llegar a la distancia) era la señal que estaban esperando los escépticos para confirmar que su potencial dependía del rival de turno. Pero después, Wilder nos enseñó que aquello había sido un accidente. Ya como monarca noqueó a Eric Molina, Johann Duhaupas, Artur Szpilka, Chris Arreola, Gerald Washington y nuevamente a Stiverne en la revancha. Para que no quedaran dudas.

Imaginar otra cosa, que no sea una victoria por KO sobre Luis Ortiz en la pelea de este sábado, sería casi una falta de respeto a lo que grita el palmarés de Wilder.

¿Qué esperar de Luis Ortiz?

El cubano es un púgil invicto, con mucha experiencia y un tamaño de respeto. Es más bajo que su rival, pero lo supera en un par de centímetros de distancia de brazo, algo que en un hombre de su experiencia y su buena técnica es una herramienta útil, que hará prevalecer para ntentar imponer su ritmo en la pelea.

Técnica y experiencia, sumado a la buena pegada son los pilares de su estrategia. ¿Serán suficientes? No creo que lo sean. Ortiz es lento y va contra un hombre rápido, la posibilidad de cazarlo de contragolpe dependerá de un error de Wilder, esa oportunidad de llegarle con golpes de poder no dependerá de su plan de pelea. Por el contrario, el cubano deberá estar más preocupado por su defensa que ocupado en su ataque. O sea, quien impondrá su actitud en el ring será el campeón.

Tampoco sabemos cuál será su asimilación al momento de recibir los madrazos de Wilder. Su pasado no nos brinda una clara definición de su guante debido al tipo de rivales que ha enfrentado. Excepto Bryant Jennings, su gran victoria de diciembre 2015, a la carrera de Ortiz le han faltado los grandes oponentes. Venció a un pobre Tony Thompson que no estaba preparado para un rival de su calibre, luego tuvo que recorrer toda la distancia para ganar en las tarjetas contra Malik Scott. Después, afrontó peleas de puro trámite contra David Allen y Daniel Martz. No hay en este último tramo de su carrera ningún precedente sólido que nos permita esperanzarnos de que a sus 39 años aún le quede boxeo como para derrotar a un Deontay Wilder de 32 años y que se encuentra en el mejor momento de su carrera.

No creo que este combate deje una buena historia para contar, tampoco imagino – siendo optimista – que vaya más allá del quinto o sexto episodio. Lo que ha demostrado uno y otro facilitan cualquier previsión sobre el desarrollo de la pelea y su posible resultado. Deontay Wilder debería ganar por KO y de forma temprana.

De todas maneras, esto es boxeo y siempre es necesario insistir con la primera premisa en este deporte, “basta un buen golpe para cambiar cualquier historia”. Ortiz tiene experiencia, pegada y necesidad de victoria, quizás eso pueda ser un aliciente para cambiar el guion de “la crónica anunciada de una segura derrota”. Es una posibilidad, nunca una certeza. Hasta que el cubano nos sorprenda y dé el gran batacazo, solo esperamos una victoria contundente del campeón y un grito de guerra en el ring, luego de la pelea, desafiando por enésima oportunidad al británico Anthony Joshua para que se anime a pelear de una vez por todas.