El único terrorista superviviente de los atentados de París, Salah Abdeslam, se acogió hoy a su derecho a no declarar y guardar silencio ante el Tribunal Correccional belga en el que se le juzga por un tiroteo con la policía en Bruselas cuatro días antes de su captura en marzo de 2015.,”No deseo responder a ninguna pregunta (…). Se me acusa, aquí estoy. Mi silencio no me hace culpable ni criminal, es mi defensa”, dijo el presunto yihadista, de 28 años, que llegó al Palacio de Justicia custodiado por policías luciendo media melena y barba.
El acusado dijo constatar que “los musulmanes son juzgados y tratados de la peor manera, sin piedad” y se encomendó a Alá ante el tribunal. “No tengo miedo de usted, ni de sus aliados. Tengo confianza en Alá”, dijo Abdeslam, quien rechazó contestar a las preguntas del tribunal, en su primera comparecencia en público desde que fue detenido en marzo de 2016, cuatro meses después de participar en los ataques que dejaron 130 muertos en París.
El Tribunal había recordado antes del interrogatorio que el acusado, de nacionalidad francesa y origen marroquí, no está obligado a responder, pero que en caso de hacerlo debía contestar él personalmente y no a través de su abogado. Antes que a Abdeslam, que no permitió que se le grabase durante el juicio, el proceso arrancó con un interrogatorio del tribunal a Sofien Ayari, tunecino, de 24 años y también involucrado en el tiroteo en el que un tercer cómplice resultó muerto, el argelino Mohamed Belkaid.
Uno de los implicados en un tiroteo dice que no recuerda quién pagaba el alquiler de donde se alojó en Bruselas, ni tampoco por qué en esos inmuebles había armas o detonadores
Ayari respondió parcialmente a las preguntas sobre sus diferentes alias, su escolarización en Túnez, el entorno religioso en el que se educó de niño y dijo no considerarse “un radical” en su modo de entender la religión.
Esencialmente en francés, con la ayuda puntual de un intérprete de árabe, también relató brevemente su paso por Siria a las órdenes del grupo terrorista Estado Islámico y su llegada a Bélgica tras pasar por Grecia y Alemania. No sabía o no se acuerda , dijo, quién pagaba el alquiler de los lugares donde se alojó en Bruselas, ni tampoco por qué en esos inmuebles había armas o detonadores.
“Después de uno o dos años es normal que no me acuerde de todo”, respondió Ayari, quien dijo no estar de acuerdo “al cien por cien” con el Estado Islámico y defendió al grupo terrorista en su combate contra el régimen sirio de Bachar Al Asad, aunque declinó responder si apoya los atentados yihadistas fuera de territorio sirio, pese a la insistencia del tribunal.
Sobre el tiroteo en cuestión, Ayari aseguró que no disparó y que tampoco vio que Abdeslam lo hiciera. El único que apretó el gatillo contra la policía, según su relato, fue el fallecido Mohamed Belkaid, pese a que los expertos establecieron que los terroristas utilizaron al menos dos armas en la refriega. Y sus propias huellas y restos de ADN en la empuñadura se explican porque tocó el arma antes del tiroteo.
Tampoco aclaró qué hacía en Bélgica en 2016, más allá de decir que se trataba de una estancia temporal y que su intención era regresar a las filas del Estado Islámico en Siria, ni cómo consiguió documentación falsa.
El tiroteo por el que se juzga a Abdeslam y Ayari hasta el próximo viernes, con jornada de descanso el miércoles, ocurrió el 15 de marzo de 2016, cuando varios policías belgas y franceses, tres de los cuales resultaron heridos, intentaron detenerlos cuando se escondían en un apartamento de la comuna bruselense de Forest.
Tres días después de esa refriega, la policía atrapó a Abdeslam en Bruselas y puso fin a los cuatro meses de huida del terrorista más buscado de Europa desde su participación en los atentados de París. Cuatro días más tarde otros tres integrantes de la misma célula terrorista atentaron contra el metro y el aeropuerto de Bruselas, asesinando a 32 personas.