Washington-Un grupo de más de 40 científicos ha elaborado un catálogo completo sobre las variantes genéticas que marcaron la separación entre humanos y primates a lo largo de la historia de la evolución, según un estudio publicado hoy en la revista especializada Science.
Los investigadores examinaron la posible influencia de algunas de las variantes genéticas y reguladores de la función génica en áreas tales como la formación del cerebro, las diferencias dietéticas y la anatomía.
El análisis comparativo entre genomas humanos y de grandes simios se llevó a cabo a partir tres tipos de secuencias genéticas: de gorila, de humano africano antiguo y de un conjunto de mola hidatidiforme haploide humana, es decir, de restos de una complicación relativamente frecuente del embarazo.
Este último tipo de genoma es útil en investigaciones de este tipo, según los expertos, porque contiene solo la mitad de los cromosomas humanos emparejados, una característica que ayuda a diferenciar genes duplicados similares.
“Esta investigación proporciona el catálogo más completo de variantes genéticas que se dieron en diferentes linajes de simios y algunas de ellas afectan en cómo los genes se expresan de manera diferente entre humanos y simios”, escribieron los autores, liderados por un equipo de la Universidad de Washington en Seattle (EE.UU.).
Como parte de su análisis, los expertos estudiaron los organoides cerebrales de ambas especies para tratar de comprender cómo las diferencias en la expresión génica durante el desarrollo cerebral en humanos y primates podrían explicar el volumen cerebral más pequeño del segundo grupo, que es tres veces menor que el volumen del cerebro humano.
Entre otras conclusiones, el equipo determinó que existen “diferencias significativas” en las áreas corticales en humanos y simios, regiones del cerebro en las que se forma la sustancia gris del córtex cerebral.
Además, se dieron cuenta de que había menos cantidad de ciertos genes en los cerebros humanos en comparación al de los simios, un descubrimiento que indica que esta pérdida “podría haber jugado un papel importante para regular la expresión de las personas”.
Este hallazgo es consistente con la hipótesis “menos es más” propuesta en la década de 1990 por el ahora jubilado profesor de la Universidad de Washington, Maynard Olson, que proponía que la pérdida de elementos funcionales contribuye a los aspectos críticos de la evolución humana.