WASHINGTON. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha acorralado con descalificativos e insinuaciones a su propio fiscal general, Jeff Sessions, quien se debate entre renunciar o someterse a los deseos del mandatario a costa de la independencia inherente a su puesto.
Expertos consultados por Efe coinciden en que Sessions, uno de los aliados más fieles a Trump durante la campaña electoral, está contra la espada y la pared, atrapado en una situación con difícil solución y de la que, haga lo que haga, saldrá perjudicado.
“Sessions está atascado en su posición. Si se retira, da una imagen de debilidad. Si se queda, parece un simple ‘caniche’ del presidente Trump. No hay victoria posible para Sessions”, dijo hoy a Efe Steffen Schmidt, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Iowa.
La tensión entre Trump y su fiscal general se evidenció la semana pasada cuando Trump aseguró en una entrevista con The New York Times que, de haber sabido que Sessions iba a apartarse de la investigación sobre los vínculos de su campaña con Rusia, no lo habría elegido para liderar el Departamento de Justicia.
Trump se mostró especialmente molesto porque Sessions no le avisó de que iba a apartarse de la investigación de la trama rusa, decisión que hizo pública en marzo.
En los últimos días, Trump no ha bajado el tono de sus críticas: se ha burlado en Twitter de Sessions, le ha puesto la etiqueta de “acosado” y hoy mismo lo acusó de haber adoptado una posición “muy débil” ante los “crímenes” de Hillary Clinton, excandidata demócrata a la Casa Blanca.