Madrid- Hace 66 millones de años, a finales del Cretácico, el impacto de un asteroide provocó una extinción masiva que acabó con los dinosaurios y con el 75 % de las especies de la Tierra. Ahora, un nuevo estudio concluye que la recuperación de la vida en el lugar del choque fue más rápida de lo que se pensaba.
La investigación publicada hoy en la revista Nature ha sido liderada por Christopher Lowery, de la Universidad de Texas (Austin, EE.UU.).
El impacto del asteroide, que cayó en un mar poco profundo cerca de Chicxulub, en la península mexicana de Yucatán (México), fue tan virulento que dejó un cráter de 180 kilómetros de diámetro y alteró significativamente toda la geología de la Tierra.
La potencia del impacto -equivalente a mil millones de bombas atómicas- produjo grandes terremotos de magnitud superior a once en la Escala de Richter, olas gigantes (tsunamis) de entre cien y trescientos metros de altura, aumentos de temperatura, fuegos a distancias de entre 1.500 y 4.000 kilómetros del cráter, y lluvias ácidas, entre otras catástrofes.
En consecuencia, se extinguieron tres de cada cuatro de las especies marinas y continentales que vivían en ese periodo (el Fanerozoico), lo que conllevó un gran cambio en la evolución de la vida sobre la Tierra.
Hasta ahora se había sugerido que tras la catástrofe, el ecosistema marino mundial tardó unos 300.000 años en recuperarse en las zonas cercanas al lugar del impacto (el Golfo de México y el Atlántico Norte), y que la contaminación por metales tóxicos podría haber sido la causa de la lenta recuperación en la zona del cráter.
El estudio, en el que participó el catedrático del departamento de Estratigrafía y Paleontología de la española Universidad de Granada, Francisco Javier Rodríguez-Tovar, analizó las muestras de rocas obtenidas tras la perforación del cráter de Chicxulub, que conservan un registro de los primeros 200.000 años después del impacto.
El examen de varios fósiles diminutos -foraminíferos unicelulares con cáscara y nanoplancton- junto con rastros fósiles de actividad biológica y abundantes elementos químicos permitió llegar a una sorprendente conclusión: la vida reapareció en Chicxulub pocos años después del impacto.
Según los autores del trabajo, el ecosistema de alta productividad marina se recuperó en 30.000 años, un tiempo geológico comparativamente breve.
Y aunque ya se tenía constancia de esta recuperación en lugares como España, sur de Francia, Italia o Túnez (a 5.000 kilómetros de distancia del lugar del impacto), el estudio concluye que esta recuperación también fue ‘inmediata’ en la zona del impacto pese a que el cambio paleoambiental fue mucho más drástico.
Los autores sostienen que los procesos ecológicos, como las interacciones entre los organismos en el cráter, probablemente controlaron la recuperación.
“Esta recuperación fue incluso más rápida que en otras zonas más alejadas del impacto y es consecuencia de la importante conexión de la zona del impacto con aguas abiertas, lo que permite el rápido restablecimiento de las condiciones favorables para el desarrollo de la vida”, explicó Rodríguez-Tovar.
Así, el estudio destaca la importancia de los procesos ecológicos para comprender cómo responden los ecosistemas oceánicos a eventos similares de rápida extinción.