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CLEVELAND. No importa que la coronación de los Indios como campeones de la División Central de la Liga Americana haya sido anticlimática, debido a que se terminó de concretar cuando los Azulejos vencieron a los Mellizos horas después de que la Tribu derrotase a los Reales la tarde del sábado.

No importa que el título divisional fuese algo esperado por todo el mundo del béisbol, especialmente después de la racha de 22 victorias, un récord para la Liga Americana.

Lo que han hecho los Indios es algo que no se puede tomar por rutinario en el béisbol, especialmente en un mercado como Cleveland en el que no es mucho el tiempo que los equipos tienen para mantener en el terreno una novena competitiva.

El manager Terry Francona, que le tocó lidiar con la infamia de aquellos Medias Rojas del 2011 que desperdiciaron de forma épica una ventaja en su división para quedarse fuera de la postemporada, sabe muy bien de qué estamos hablando.

«Yo he estado en situaciones en las que todo parece color rosa», le dijo a la estación del equipo, WTAM. «Y al año siguiente resulta que estás trabajando para ESPN».

Así que disfruten este título de la División Central, aficionados de los Indios. Miren como en la otra liga a los Cachorros les está costando un mundo hacer lo que todos creían que iba a ser rutina: ganar el centro de la Liga Nacional. Pero resulta que mantener el nivel después de haber llegado tan lejos en la postemporada no es tan sencillo. Esta es la primera vez que los Indios ganan en años seguidos su división desde que ganaron cinco seguidos entre 1995 y 1999.

Muchas veces, lo más difícil de la época dorada de una franquicia es darte cuenta que están en medio de ella.

Lo que los Indios han construido -inicialmente con un presupuesto limitado y eventualmente apostando todo en el mercado de cambios y de agentes libres- es un equipo que tiene el material suficiente para darle a la franquicia su primer título desde 1948 y ponerle fin a una sequía de 69 años que gracias a lo que hicieron los Cachorros el año pasado es la más larga de todo el deporte.

Sea una maldición o una bendición, los Indios son considerados uno de los grandes favoritos para ganar la Serie Mundial. Esta vez, nadie los verá como el equipo sorpresa que llegó hasta el Juego 7 a pesar de las lesiones. No, este es un equipo estelar, y se esperan grandes cosas de ellos.

Pero quizás estos Indios tampoco consiguen el anillo. Quizás no lleguen tan lejos como aquellos de 1995, 1997 y 2016. La postemporada del béisbol, lo sabemos todos muy buen, algunas veces es más de «momentum» que de talento.

Lo que sí parece un hecho es que este equipo que estamos viendo es el club más balanceado que han tenido los Indios en al menos una generación. La gente se olvida que aquella novena de 1995 que ganó 100 juegos en una temporada recortada a 144 encuentros debido a la huelga del año anterior no era sólo una máquina de batear. Aquel club tuvo la mejor efectividad colectiva de la Liga Americana (3.83). ¿Pero se imaginan la diferencia que habría podido hacer un as como Corey Kluber en aquella derrota en seis juegos contra los Bravos?

Estos Indios tienen a su as y gracias a una rotación mucho más saludable que la de los playoffs pasados, quizás no necesiten que abra tres veces sin sus días regulares de descanso. También acaban de sumar nuevamente a Andrew Miller a un bullpen más completo que el del 2016, cuando Miller, Cody Allen y Bryan Shaw lanzaron cada uno más de 10 entradas en la postemporada. La profundidad del infield es tal que la perdida de Jason Kipnis por un buen tiempo se tradujo en mejor defensiva. Y gracias a que el dominicano Edwin Encarnación ha sido tan bueno como se anunciaba, su compatriota José Ramírez ha protagonizado una campaña digna de JMV y el boricua Francisco Lindor se ha convertido en una máquina capaz de dar 30 jonrones, el lineup no será segundo de nadie llegado octubre.

En resumen, la Tribu -un equipo que tiene de largo el mejor diferencial de carreras del béisbol (+226)- tiene una toletería que asusta, una rotación estelar, un relevo no menos efectivo, una defensiva que está entre las mejores 10 de todo el béisbol y además saben correr muy bien las bases.

Eso es una receta para ser exitosos. Eso obviamente no quiere decir que no se te puede quemar la torta en el horno cuando llegue octubre, pero está claro que los Indios han cumplido con todos los pronósticos que se hicieron sobre ellos cuando empezó la ronda regular.

Habrá preguntas abiertas llegado octubre, ahora que la velocidad y la defensiva de Bradley Zimmer no serán parte de la ecuación debido a una fractura en la mano izquierda, lo que a su vez se traducirá en el experimento de Kipnis en el jardín central. Pero fundamentalmente, la gran diferencia es que ahora los Indios entrarán a los playoffs como el gran favorito, el equipo que todo el mundo quiere derrotar, particularmente después de la cadena de victorias.

Sin embargo, este club fue construido para ganar. Y ha ganado. Para todo lo que se escribió sobre una potencial resaca después de lo hecho la postemporada anterior, los Indios llevan ritmo para ganar 100 juegos por apenas la tercera vez en su historia (1954 y 1995).

Eso no es algo que debería darse por descontado en un deporte tan complicado como el béisbol. Es algo que se tiene que celebrar.