Sao Paulo.- EFE- El ministro de Medioambiente de Brasil, Ricardo Salles, afirmó en una entrevista publicada este martes por el diario O Globo que su país no se comprometerá con “nuevas metas” de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
“En 2020 uno tiene el momento oportuno para revisar estas metas, pero nosotros no vamos a comprometernos con nuevas metas. Ya tenemos las metas hechas. Nuestro papel es decir: mira, la lección de casa está hecha hasta aquí”, señaló el ministro al rotativo.
Según indicó Salles al periódico, Brasil es “acreedor” y aseguró que han hecho “mucho más” en este asunto en comparación con los “beneficios y reconocimiento internacionales” obtenidos hasta hoy.
El ministro expresó que hay que “estar presente” en la discusión medioambiental “desde que la presencia de Brasil resulte en beneficios concretos para la sociedad brasileña”, en línea con la visión del presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro.
“Nosotros hicimos mucho, nos comprometemos mucho y recogemos poco. Ahora es la hora de recoger, hasta para uno tener condiciones de incentivar de aquí para adelante la manutención y la regularidad de esas acciones de preservación ambiental”, explicó.
En este sentido, pidió transformar “todo ese volumen” de trabajo “hecho en casa” en “ventajas tangibles para la población brasileña”.
“En vez de colocar metas futuras, compromisos futuros, es lo siguiente: por lo que yo ya hice, ¿ustedes cuánto me van a pagar?”, sentenció.
Salles, un abogado vinculado al grupo Endireita Brasil, una organización civil que promueve valores ultraconservadores, asumió como ministro de Medioambiente en el Gobierno de Bolsonaro el pasado día 1 de enero.
Al igual que Bolsonaro, líder de la extrema derecha en Brasil, el ministro defendió en O Globo el desarrollo de “ciertas actividades económicas” en algunas unidades de conservación.
Preguntado sobre qué tipos de actividades podría alberga una unidad de conservación, Salles dijo que “puede haber un ferrocarril pasando” o “una línea de transmisión” eléctrica, cuyos beneficios económicos se invertirían en esas zonas.
“En vez de mirar el generador de actividad económica como enemigo, uno puedo mirarlo como un socio. Es esa dicotomía entre desarrollo y medioambiente que ha matado las unidades de conservación”, manifestó.
Igualmente, citó el turismo como otra posible fuente de ingresos a ser explotada en áreas protegidas e incluso, “dependiendo del nivel de protección” de la unidad, impulsar en cierto grado la industria extractiva “con cuidado y responsabilidad”.
“La conservación no puede ser afirmada como una cuestión de dogmatismo ideológico. Tiene que haber una actitud concreta de cómo conservar. Reconocer las limitaciones del Estado, reconocer las limitaciones legales, logísticas”, indicó.
“A partir del momento que uno consigue reconocer sus limitaciones de manera adulta y decir que no conseguimos controlar todo el territorio de aquella unidad: vamos traer una empresa, una asociación, un socio para ayudarnos”, completó. EFE