El documento, que será adoptado oficialmente la próxima semana en una cumbre en Marruecos y que no es vinculante, busca fijar unos entendimientos básicos entre los países para gestionar mejor los flujos de población.
Para EE.UU., sin embargo, se trata de un instrumento que trata de promover «la gobernanza global a expensas del derecho soberano de los Estados a controlar sus sistemas de inmigración».
«Estados Unidos proclama y reafirma su creencia de que las decisiones sobre cómo proteger sus fronteras y sobre quién admitir para residencia legal o a quién dar ciudadanía están entre las decisiones soberanas más importantes que un Estado puede hacer», señaló la misión del país ante la ONU en un comunicado.
Según EE.UU., esas decisiones no deben ser «objeto de negociación o revisión en instrumentos o foros internacionales».
Estados Unidos fue el único país que decidió mantenerse al margen de la negociación del Pacto, que fue acordado el pasado julio.
Desde entonces, han optado por desmarcarse del consenso varios Gobiernos más, entre ellos los de Hungría, Austria, Australia, Bulgaria, Israel, Polonia, la República Checa y la República Dominicana.
Además de oponerse en general al concepto del Pacto, EE.UU. recalcó su negativa a aceptar toda una serie de puntos concretos, incluidos aquellos que buscan que sólo se mantenga a inmigrantes en detención como «último recurso» y otros relativos a la protección de los niños en ese ámbito.
«Es el derecho soberano de las naciones determinar cómo detener a menores de forma humana en el contexto de la inmigración», señaló hoy la misión estadounidense.
Además, EE.UU. criticó que se haga un llamamiento a combatir la intolerancia contra los inmigrantes animando a los medios a promover ciertos enfoques, al considerar que esa idea puede ir en contra de la «libertad de expresión».
La Administración de Donald Trump insiste además en que el Pacto no distingue adecuadamente entre inmigrantes regulares y aquellos en situación irregular.
«En Estados Unidos, los extranjeros que no están presentes legalmente no son ‘irregulares’, son extranjeros ilegales que violan las leyes y las políticas de inmigración de nuestro país y son objeto de persecución y expulsión», subraya el comunicado.
Frente a la postura de EE.UU., la ONU ha reiterado una y otra vez que el Pacto no es «vinculante», que no impone ninguna obligación a los países y que no es ni favorable ni contrario a la migración.
«La migración es una realidad, no es ni mala ni buena», defendía la pasada semana la alta representante para las Migraciones de Naciones Unidas, la canadiense Louise Arbour, subrayando que lo importante es que los países trabajen juntos para gestionar mejor un fenómeno global al que no pueden responder en solitario. EFE