Francia- La República Dominicana está compelida a resguardar, promover y preservar su patrimonio cultural como parte integral de sus raíces histórico-culturales y de su identidad nacional.
Así lo entiende el embajador dominicano ante la Organización de las Naciones Unidas, para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), José Antonio Rodríguez, al referirse a la importancia del teatro danzante Guloya, como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad y una de nuestras más notorias manifestaciones culturales autóctonas.
Rodríguez observó que la declaración del teatro danzante Guloya, como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, sin dudas, ha significado por años un júbilo para todo el pueblo dominicano”, agregó el también laureado cantautor.
El diplomático dominicano emitió un mensaje a través de su red social en instagram, @joseantoniorodriguezrd, acompañada de una fotografía de la Declaración de 2008, entregada por la ex directora general de la UNESCO, Irina Bokova, tras su visita al país.
En ese entonces, la diplomática búlgara destacó el “importante” valor que representa para la Humanidad el Espacio Cultural del teatro danzante Cocolo de San Pedro de Macorís, así como la importancia que tiene para los pueblos “en un mundo tan globalizado” el patrimonio inmaterial e intangible. Y puso de ejemplo para el mundo a la nación caribeña, al citar que “la República Dominicana es un buen ejemplo de cómo se debe proteger lo que es más caro para las comunidades”.
El embajador José Antonio Rodríguez recordó que en caso de que los Estados miembros de la UNESCO no cumplan al pie de la letra con sus obligaciones de protección, el Comité podrá luego de una advertencia formal, retirar las inscripciones de la Lista del Patrimonio Mundial.
“Así pues, como Estados somos los verdaderos actores responsables de la protección de nuestro patrimonio. Esto podría constituir una pérdida en términos de imagen”, sostuvo.
El baile-teatro del Guloya que se danza en Navidad, en Carnaval y en las fiestas de San Pedro de Macorís (localidad situada al Este de República Dominicana), es una tradición desarrollada entre los inmigrantes anglófonos que llegaron a mediados del siglo XIX a la República Dominicana procedentes de otras islas del Caribe.