Las tomas de la isla de Guadalupe (Les Abymes en su nombre francés), una isla que no sufrió el centro del huracán pero suyas costas fueron anegadas por las olas que generó Irma, son las primeras en mostrar desde tierra el potencial del impacto del fenómeno que acaba de llegar al extremo oriental de las islas caribeñas.
El siguiente paso del huracán es Puerto Rico, donde los habitantes llevan días preparándose para refugiarse del viento y el agua y ahora se enfrentarán a la hora de la verdad. Los vientos de entre 200 y 300 kilómetros por hora son capaces de generar todo tipo de destrucción, por lo que todos los recursos para asegurar aberturas y partes expuestas de las viviendas ha sido bienvenido en la isla boricua.
Mientras tanto, muchos decidieron invertir su tiempo en evacuarse como aconsejó Miami a sus habitantes: «Váyanse mientras puedan».
El recuerdo de la devastación de Harvey en Houston y Katrina en Nueva Orleáns, sumado a la debilidad de las cosas de la Florida -cada vez más expuestas a anegaciones- han puestos las alertas a tope y los habitantes se preparan para lo peor.