México- La investigación internacional CALIFA lleva estudiando durante ocho años el comportamiento de las órbitas de las estrellas de más de 300 galaxias del universo cercano, con el fin de esclarecer si dichas estrellas podrían propiciar la existencia de planetas como la Tierra.
El astrónomo que encabeza la investigación, el español Sebastián Sánchez, contó en una entrevista con Efe que han inspeccionado con el máximo detalle la estructura de las estrellas para, en función de sus órbitas, estimar “qué probabilidad existe de que haya planetas como el nuestro, no en nuestra galaxia sino en todo el universo”.
“Esto está muy conectado directamente con nosotros”, indicó, puesto que si las estrellas tienen órbitas caóticas no van a poder tener un ambiente tranquilo para generar planetas como la Tierra, en la que gracias al Sol se originó la vida.
Primero hay que discernir entre una órbita ideal y una órbita caótica. La ideal es casi un círculo perfecto, lo que significa que la estrella está en todo momento a la misma distancia del centro de la galaxia y “los planetas que se generen en dichas estrellas no se verán perturbados”.
En una órbita caótica, las estrellas pasaran más cerca unas de otras y del centro de la galaxia, de modo que “los planetas pueden ser arrancados de sus órbitas, despedazados por los efectos de marea o atravesar zonas de gas caliente ionizado” y, en definitiva, no se darían las condiciones para la vida.
Tras ocho años de estudio, el investigador del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) admitió que todavía están lejos de cuantificar numéricamente cuáles son las probabilidades reales de que existan planetas como el nuestro.
El equipo de Calar Alto Legacy Integral Field spectroscopy Area survey (CALIFA) realizó la observación a partir de dos técnicas: la toma de imágenes y la toma de espectros. Este híbrido es conocido como imagen espectroscópica.
Las imágenes permiten, a partir de distintos filtros de color, ver cómo es la emisión de los objetos, su forma y cómo evolucionan a lo largo del tiempo.
El espectro, por su parte, es la separación de la luz en sus diferentes colores, una técnica que otorga “mucha más riqueza de información”.
“Puedes obtener la información de qué tipo de estrellas están poblando esas galaxias, si son jóvenes o viejas, si tienen más o menos metales, si tienen cloro, hierro, oxígeno”, detalló.
El estudio del universo es “similar a la arqueología”, ya que mediante el estudio del pasado -cuanto más lejos de la Tierra se mire, más años luz atrás en el tiempo- se brinda la posibilidad de entender el presente y el futuro.
“El estudio del universo nos empequeñece mucho. Nos hemos ido poniendo en un sitio cada vez menos egocéntrico en cuanto a nuestro lugar en el universo”, observó el especialista.
Y es que la investigación permite afirmar que el Sol resulta ser una estrella normal, “bastante mediocre”, dadas sus características: masa y tiempo de vida intermedios, entre otras.
Lo mismo pasa con la galaxia que habita el ser humano, que resulta ser una galaxia promedio, sin ninguna propiedad relevante en comparación con otras galaxias cuya evolución fue reconstruida en el estudio.
Entre otras cosas, encontraron galaxias elípticas donde ya se han terminado todos los procesos de formación estelar o galaxias con agujeros negros masivos.
“Comprender las propiedades de las galaxias nos hace entender que la nuestra es una más y no hay nada prácticamente que destaque en ella”, reconoció.