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LONDRES– Un estudio publicado hoy en la revista británica Nature determina que las reacciones inflamatorias pueden cambiar las células inmunitarias del cerebro a largo plazo, lo que significa que tienen «memoria inmunológica».

Esta memoria «puede influir en la progresión de los trastornos neurológicos» y, por lo tanto, se convierte en «un factor previamente desconocido que podría influir en la gravedad de estas enfermedades», indica el estudio.

Científicos del Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE), del Instituto Hertie para la Investigación Clínica del Cerebro (HIH), en Berlín, y de la Universidad germana de Tubinga han sido los encargados de elaborar el estudio, liderado por el doctor Jonas Neher.

La microglía es, según explicaron los investigadores, un conjunto de células consideradas como el sistema inmunitario del cerebro, que lo protegen de «intrusos y sustancias tóxicas».

Sin embargo, en «ciertas situaciones» también pueden «causar daños», por lo que, durante mucho tiempo, «se sospechó que desempeñaban un papel central en las enfermedades neurodegenerativas».

Los responsables del proyecto se propusieron descubrir si los factores ambientales cambian estas células con el paso del tiempo y qué efectos pueden tener en la salud del cerebro.

«Los estudios epidemiológicos han demostrado que las enfermedades infecciosas y la inflamación sufridas durante la vida pueden afectar posteriormente a la gravedad de la enfermedad de Alzheimer», indicó Neher.

Por ello, se preguntaron si «una memoria inmunológica de la microglía podría estar comunicando ese riesgo» y, para abordar esta cuestión, los investigadores realizaron pruebas en ratones causando inflamaciones en partes que no fuera el cerebro.

Los expertos ya conocían que tal inflamación puede estimular una reacción inmune en el cerebro, aunque «no estaba claro» si la microglía podía recordar «una inflamación previa».

Resultó que, según la frecuencia con que los científicos repetían el proceso, se podían inducir dos estados diferentes en la microglía: «entrenamiento» y «tolerancia».

Los científicos explicaron que el primer estímulo inflamatorio entrenó la microgilía, lo que provocó que «reaccionara más fuertemente al segundo».

Sin embargo, apuntaron que, después de un cuarto estímulo, «se produjo tolerancia y la microgilía apenas respondió».

A continuación, investigaron como el «entrenamiento» y la «tolerancia» en la microglía afectó a la formación de placas amiloides, depósitos tóxicos que se acumulan en los cerebros de enfermos de alzheimer.

Los científicos apreciaron que la microglía «entrenada» aumentaba la formación de placas, incluso meses después de que se hubiera activado su memoria inmunológica, lo que causaba que la patología «se volviera más severa».