PHOENIX. Muhammad Ali, el indómito campeón peso completo cuyos demoledores golpes y avasalladora personalidad transformaron el deporte y le hicieron una superestrella mundial, falleció el viernes, informó su familia en un comunicado. Tenía 74 años.
Ali fue hospitalizado a comienzos de esta semana en el área metropolitana de Phoenix, por problemas respiratorios. Sus hijos viajaron a la ciudad desde distintos puntos del país.
Un funeral está previsto para el miércoles en Louisville, Kentucky, la ciudad natal del legendario púgil. El ayuntamiento de esa localidad tiene prevista una ceremonia para el sábado.
Asimismo, el alcalde de Louisville, Greg Fischer, ordenó que las banderas se icen a media asta el sábado.
“Los valores del trabajo duro, la convicción y la compasión que Muhammad Ali desarrolló mientras crecía en Louisville le ayudaron a convertirse en un icono global”, indicó Fischer. “Como boxeador, él se convirtió en el más grande, aunque sus victorias más duraderas ocurrieron fuera del ring”.
“¡Hoy es un día triste para la vida, hombre! Amé a Muhammad Ali. Él era mi amigo y nunca morirá”, exclamó Don King, el promotor de algunas de las peleas más grandes de Ali, en declaraciones a The Associated Press el sábado por la madrugada. “Al igual que Martin Luther King, su espíritu perdurará”.
Ali padeció el mal de Parkinson, una enfermedad de afectó su capacidad locomotora, pero no apagó su presencia. Figura sobresaliente en sus mejores tiempos, Ali siguió viajando y haciendo presentaciones en sus últimos años pese a quedar virtualmente enmudecido por los miles de golpes que recibió en su asombrosa carrera.
Fue un gigante de su época — un peleador veloz, combativo y fanfarrón cuya influencia fue sentida más allá del cuadrilátero. Se trabó en algunas de las peleas más memorables de la historia, pese a ver su carrera interrumpida por más de tres años cuando se negó a registrarse para el servicio militar durante la guerra de Vietnam.
Ganó y defendió el cetro de los pesados, habló en defensa de los derechos de los negros y se convirtió al islam.
Doblegó al invencible Sonny Liston, protagonizó una emocionante trilogía de peleas con Joe Frazier y derrotó a George Foreman en Zaire.
Pero pagó un terrible precio por los aproximadamente 29.000 golpes a la cabeza que recibió en una carrera que le hizo una de las personas más famosas en el mundo.
“¡Soy el más grande!”, gritó una y otra vez.
Muy pocos se atreverían a contradecirle.
“Fue el más grande peleador de todos los tiempos, pero su carrera boxística es secundaria respecto de su contribución al mundo”, dijo el sábado a la AP el promotor Bob Arum. “Es la figura más transformadora de mi tiempo, sin duda. Hizo más incluso que Martin Luther King por cambiar las relaciones raciales y los puntos de vista de la gente”.
Ali peleó en tres décadas distintas, finalizó con una foja de 56-5 con 37 nocauts y fue el primer boxeador en conquistar tres veces el título de los pesados.