Preservar los animales en extinción no es necesariamente una buena idea, según Pyron.
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«‘.En la discusión sobre las consecuencias de la intervención humana en el planeta, como el cambio climático, un biólogo ofreció una perspectiva polémica: «No hace falta que salvemos a las especies en peligro. La extinción es parte de la evolución».R. Alexander Pyron, profesor de Biología en George Washington University, recordó en The Washington Post que las extinciones masivas han sido un fenómeno periódico, que ha terminado con hasta el 95% de todas las especies cada vez, sin que eso haya significado el final de la vida.

Suceden cada 50 o 100 millones de años, y según los científicos actualmente la Tierra está en plena sexta extinción.
«Las especies se extinguen constantemente», escribió. «Y todas las que hoy están vivas lo harán también. No hay tal cosa como una ‘especie en peligro’, excepto todas las especies».

Aunque el entomólogo E.O. Wilson, quien acuñó el concepto de biodiversidad en 1985, considere que el fin de una clase de criaturas es una tragedia «inmensa y escondida», y aunque el papa Francisco le agregue a esta crisis un imperativo moral («Cada criatura tiene un propósito», dijo en 2015), la extinción seguirá siendo «el motor de la evolución«, argumentó. Cuando el castor construye un dique, causa la extinción de numerosas especies ribereñas. Las intervenciones del homo sapiens son equiparables para Pyron.

El autor no ataca la conservación de la biodiversidad, sino su conservación como un fin en sí mismo. Hay buenas razones para conservar la biodiversidad, pero ninguna es evitar la extinción de un animal enternecedor y todas apuntan a lo mismo: «Crear un futuro estable para los seres humanos».

Argumentó: «Sí, hemos alterado el medioambiente y, al hacerlo, hemos herido a otras especies. Eso nos parece artificial porque, a diferencia de otras formas de vida, utilizamos la conciencia y la agricultura y la industria. Pero somos una parte de la biósfera como cualquier otra criatura, y nuestras acciones tienen el mismo libre albedrío y sus consecuencias son igualmente naturales».

Como los científicos del clima, Pyron se preocupa por cómo el ser humano ha alterado el planeta ya que se pone en peligro la alimentación y el agua. «Pero a diferencia de esas cuestiones, la extinción no tiene un significado moral, aunque la hayamos causado. Y a menos que de algún modo destruyamos hasta la última célula viva en la Tierra, a la sexta extinción le seguirá la recuperación, y luego una séptima extinción, y así».La única constante de la vida, insistió, es la muerte. El 99,9% de todas las especies que alguna vez vivieron —unos 50.000 millones— ya se han extinguido.

Además, la biodiversidad puede ser peligrosa para la salud humana. «Nadie hace donaciones a campañas para salvar el HIV, el Ébola, la malaria, el dengue o la fiebre amarilla, pero son componentes claves de la biodiversidad microbiana, tan singulares como los pandas, los elefantes y los orangutanes, y todos están ostensiblemente en peligro gracias a la interferencia humana».

No hay tal cosa como un regreso a un Edén pre-humano, dijo. La sociedad humana puede existir en armonía con numerosas comunidades naturales, y la mayor parte de los seres humanos no vive en sitios de gran biodiversidad como la cuenca del Amazonas. Los problemas del cambio climático, en realidad, son otros para Pyron: «Sus drásticos efectos sobre nosotros».Enumeró miles de millones de refugiados del clima, hambrunas generalizadas, colapso de la industria en el mundo. «Se supone que un aumento de 2 grados Celsius en la temperatura global aumentaría el nivel de los mares entre o,2 y 0,4 metros, lo cual no tendría impacto en vastos segmentos de los continentes y en la mayor parte de la biodiversidad terrestre. Pero es suficiente para inundar la mayoría delas ciudades costeras, y eso importa».

El texto propone una solución: la moderación. «Aunque no deberíamos sentir remordimiento por alterar nuestro ambiente, no hay necesidad de talar bosques para McMansiones». Aconseja también salvar aquellas especies y hábitats que se puedan rescatar, no contaminar las vías de agua, limitar el consumo de combustibles fósiles y profundizar la creación de fuentes de energía renovable y de bajo impacto en la naturaleza.
«Deberíamos hacerlo para crear un futuro estable y justo para los futuros miles de millones de personas», concluyó. «La conservación es necesaria para nosotros, y sólo para nosotros».