AKÇAKALE, FRONTERA TURCO-SIRIA.-EFE- Con 17 civiles muertos en Turquía por fuego de morteros desde Siria, el tercer día de la ofensiva turca contra las milicias kurdas en el noreste del país vecino ha dejado claro que esa operación militar, llamada “Fuente de Paz” por Ankara, no es ni será un simple paseo militar.
Mientras continuaban los bombardeos muy cerca de la frontera, el Ministerio de Defensa turco confirmó hoy la muerte de dos soldados, una de ellas ocurrida ayer, pero sin dar más detalles.
Otros dos soldados turcos murieron en un ataque con morteros contra la base militar turca en Azaz (Siria), a más de 150 kilómetros al oeste de la zona de combates, en un territorio que Turquía domina desde 2016, según ha informado la cadena turca NTV, que atribuye el ataque a unidades infiltradas de las milicias kurdas.
El parte militar de este viernes asegura que las Fuerzas Armadas turcas han tomado ya 13 pueblos en la periferia de Tal Abiad y Ras al Ain, las dos ciudades sirias fronterizas en las que se concentra, de momento, la ofensiva turca.
Pero las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), las milicias kurdas de Siria que dominan esta región desde 2015, año en el que expulsaron de ella a grupos armados yihadistas como el Estado Islámico (EI), están oponiendo una fiera resistencia y han contraatacado con morteros.
Por su parte, las Fuerzas Armadas turcas aseveraron haber “neutralizado” -es decir, abatido, herido o capturado- a 342 miembros de las YPG, cifra imposible de verificar.
Desde el inicio de la ofensiva el miércoles por la tarde, numerosos proyectiles disparados desde Siria han caído en municipios cercanos a la frontera turca y se ha contabilizado un total de diecisiete civiles muertos y cerca de un centenar de heridos.
Ocho personas fallecieron hoy por el fuego de morteros en la ciudad de Nísibis (Nusaybin, en turco), que también ayer sufrió un ataque en el que murió una mujer y sus dos hijas adolescentes.
Otras dos víctimas mortales se produjeron este viernes en el municipio de Suruç, frente a la ciudad kurda de Kobani, según la agencia turca Anadolu.
Entre grandes medidas de seguridad, se dio hoy sepultura al bebé de 9 meses de una familia siria refugiada en Turquía que murió ayer a causa del impacto de un proyectil caído en el centro de la ciudad turca de Akçakale.
El pequeño fue enterrado con honores de “mártir”, a saber, de soldado caído por la patria: con la bandera turca cubriendo el ataúd y la presencia del alcalde, Mehmet Yalçinkaya, que lo describió como “sirio y turco, natural de Akçakale, por haber nacido aquí, en una familia que llevaba ocho años con nosotros”.
Yalçinkaya, miembro del partido gubernamental Justicia y Desarrollo (AKP), defendió la ofensiva y resaltó que son ella se trata de expulsar de la región fronteriza siria a las YPG, a las que Ankara considera terroristas por sus vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), la guerrilla kurda activa en Turquía.
Las ciudades de Akçakale, en el lado turco, y Tal Abiad, en el sirio, están separadas apenas por una antigua vía de tren, un muro reciente de hormigón y unas alambradas.
Sin embargo, la población a ambos lados, en su mayoría de lengua árabe, mantiene muchos vínculos familiares a través de la frontera, según confirmaron a Efe vecinos de un barrio fronterizo.
El antaño lucrativo comercio transfronterizo se acabó cuando en 2015 Turquía cerró la aduana tras tomar las YPG el control del lado sirio y expulsar a las milicias yihadistas locales.
“Akçakale lleva cien años sin terrorismo, y Tal Abiad también. Los países que han respaldado a las YPG con apoyo y logística deberían avergonzarse”, dice Yalçinkaya, que habla el árabe local con fluidez.
“Estamos en guerra, pero la operación busca acabar con el terrorismo, y en cuanto se acabe, todo el mundo volverá a su país, a su casa”, promete el regidor.
Yalçinkaya hace hincapié en que no se trata de una campaña contra los kurdos, sino contra una organización “terrorista”. Dice que la intervención turca quiere traer la paz “a turcos, kurdos, árabes, armenios, cristianos, asirios, judíos…”
Pero la opinión internacional no lo tiene tan claro, y hoy mismo, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, expresó en Estambul su preocupación por una posible escalada de tensiones.
“Quiero expresar nuestra seria preocupación por la operación turca en el noreste de Siria. Por los riesgos de inestabilidad que puede causar en la región y el riesgo de que afecte a los civiles”, dijo Stoltenberg en una rueda de prensa conjunta con el ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavusoglu.
Al mismo tiempo, el ministerio turco del Interior ha tomado medidas contra quienes critican la operación en Turquía.
“Mientras nuestros soldados están dando sus vidas contra el terror allí, no dejaremos que nadie se pronuncie contra ellos aquí”, declaró el titular de la cartera, Süleyman Soylu, en un canal de televisión.
Precisó que se han tomado “medidas legales” contra unas 500 personas de las que 121 han sido arrestadas y afrontarán cargos por “incitación al odio y la enemistad” y “hacer propaganda a favor de una organización terrorista” en las redes sociales. EFE