Buenos Aires- En 2050 se duplicará la producción agropecuaria en el mundo, pero con mucho menos tierra cultivable y agua para regarla, afirmó el director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el argentino Manuel Otero.
“Hacia el 2050, una mayor población, más rica, más urbana y más envejecida obligará a casi duplicar la producción agropecuaria con menos tierra y uso de agua, debido a crecientes restricciones de áreas cultivada por habitante (25 % menos) y menor disponibilidad de recursos hídricos”, resaltó Otero.
Estas restricciones irán acompañadas de “pérdidas de biodiversidad y recursos naturales e impactos del cambio climático”, aseguró Otero en un artículo sobre bioeconomía publicado por el diario El País de España.
Para el máximo responsable del instituto agrario de la OEA, se trata “de un escenario desafiante, que requiere un modelo agrícola y rural más inclusivo y sostenible, sin sacrificar crecimiento y eficiencia”.
Por este motivo, señaló que la bioeconomía “ofrece alternativas y respuestas concretas a este reto y su relevancia estratégica es evidente: está asociada al logro de, al menos, 11 de los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU”.
Otero recordó que Latinoamérica tiene más de una cuarta parte de las tierras cultivables y una tercera parte de los recursos de agua dulce del mundo y es uno de los principales productores de biomasa sustentable.
“Para el mundo, pero principalmente para América Latina y el Caribe, que alberga a 8 de los 17 países más megadiversos del planeta, la bioeconomía representa una nueva y potente oportunidad”, ya que tiene más de una cuarta parte de las tierras cultivables y una tercera parte de los recursos de agua dulce del mundo, siendo por lo tanto uno de los principales productores de biomasa sustentable”.
Manuel Otero considera que el mundo “se encuentra en una trayectoria incompatible con los objetivos que se ha propuesto en materia económica, social y ambiental”, lo que hace necesario avanzar hacia estrategias de desarrollo.
Estas estrategias deberán estar basadas, según Otero, en los principios de la bioeconomía, es decir en un uso intensivo y eficiente de los recursos, las tecnologías y los procesos biológicos, para proveer en forma sostenible “los bienes y servicios que nuestras sociedades demandan”.
“Lo que comenzó como una estrategia para aprovechar mejor las nuevas tecnologías biológicas, principalmente la biotecnología, evolucionó hacia una visión más amplia para impulsar un desarrollo más sostenible, basado en patrones de producción y consumo alineados con objetivos de conservación de los recursos y de mitigación y adaptación al cambio climático”, resalta en su artículo.