El Game 1 de las Finales NBA acabó con victoria de Golden State sobre Cleveland (124-114). No se engañen por el resultado si no vieron el partido, porque los 10 puntos no son la diferencia que hubo sobre el parqué del Oracle Arena. Ah, y merecieron ganar los dos, o quizá sea mejor decir que merecieron vencer los Warriors y mereció triunfar LeBron, otra vez muy solo, con compañeros que rozaron el esperpento, o cayeron directamente en él.
¿Qué hiciste, J.R.?
Vamos a empezar por el final, por seguir con la cuestión de lo ridículo. A falta de cuatro segundos para que todo terminara, y después de un 2+1 de Stephen Curry que colocaba el 107-106 para los Warriors, LeBron James dirigió la última posesión del duelo. Con todas las miradas posadas en él, con todo el mundo pensando que se la jugaría, habilitó un pase a George Hill, meridianamente solo debajo del aro. Klay Thompson le tuvo que parar con una falta, que se convirtió en oro puro para los californianos.
Porque Hill anotó el primero, para situar el 107-107 en el electrónico. Pero en el segundo tiro libre su mano se hizo de madera y el lanzamiento se quedó corto. No pasaba nada, porque J.R. Smith había cogido el rebote. O sí pasaba, porque precisamente era J.R., que pasó de la gloria a la nada en segundos. Quién sabe por qué, el de los Cavaliers en lugar de mirar hacia el aro o de ceder la pelota a alguien para que tratara de anotar y llevarse el encuentro, se salió de la zona, como quien cree que va ganando y espera agotar el tiempo. Cuando los aspavientos y gritos de LeBron le avisaron de que algo iba mal, era demasiado tarde. Bocinazo, fin de los 48 minutos reglamentarios, prórroga.
Los Warriors barren a los Cavaliers en la prórroga
En el tiempo extra, Golden State, que estiró las ventajas durante diversos momentos del partido, sobre todo al inicio del tercer cuarto y un parcial de 10-3 para el 66-59, revivió. Aliviado por haber salido con vida del envite, regenerado por la prórroga que le había dado J.R. Smith, el plantel de Steve Kerr saltó a los cinco minutos adicionales dispuesto a cerrar el asunto. Un 7-0 de parcial y 114-107 enterró las ilusiones de los Cavaliers, que sabían ya que su momento había pasado. Y quizá medias Finales. Hay instantes que pueden marcar series y posiblemente el de J.R. sea uno de ellos. Las ostentosas celebraciones de Golden State, antes y durante la trifulca final que acabó con Tristan Thompson expulsado, y capitaneadas, cómo no, por Draymond Green, pueden sonar excesivas para un equipo que casi se ahoga y que no parece tan sobrado, tan superior, como todos los pronósticos indicaban antes del primer partido. Y claro que esto puede terminar 4-1 o 4-0 para Golden State, pero esta agonía no entraba en el guion de muchos.
Cleveland, solvente
La prórroga, con los Cavaliers rendidos, fue un ejemplo de la efectividad de los Warriors, que se vivió solo a impulsos durante el choque. No fueron unos Warriors de rendimiento sostenido, sino que los de Oakland sufrieron muchísimo durante todo el partido. Empezaron agarrados a Curry, 29 puntos al término del enfrentamiento, y preocupados por una involuntaria acción de Smith sobre Klay Thompson que hizo que este pusiera rumbo al vestuario en el primer cuarto para revisar su golpe en la rodilla.
Thompson pudo volver, aunque luego concluyó el choque cojeando, pero su baja temporal fue el primer síntoma de miedo para Golden State. No iba a ser fácil y encima no estaba Kevin Durant bien. Eso sí, el factor Kevon Looney y sus piernas atrás le dieron réditos a Kerr. En ataque, por instantes, tampoco funcionó mal.
Y Cleveland, pues según el plan previsto para tener opciones, esto es un LeBron que no fuera terrenal. Al término del primer cuarto, 29-30 para los visitantes y 12 puntos de James. Al descanso, 56-56 y 24 para El Elegido. Solo el parcial de 10-3 de salida en el tercer cuarto debilitó un poco a Cleveland, que incluso así entró con opciones en el último round. Ahí, un parcial de 0-6 y luego un 2+1 brillante de LeBron ajustó todo (102-104). Con ese marcador, y a falta de medio minuto, Kevin Durant cometió una falta en ataque que, arbitrada de nuevo bajo las cámaras de la mesa de anotación, se convirtió en falta en defensa de James. Se trata de una norma establecida hace un par de años que permite cambiar, dentro de los dos últimos minutos, una falta en ataque a falta en defensa. Y solo para el caso concreto en el que se dude sobre si el defensor está en el área restringida o no.
La cara de la moneda le salió a los Warriors, que empataron con los dos libres de Durant (104-104). James anotó rápido, Curry contestó con un 2+1 estelar (107-106) y luego llegó el capítulo Hill, el fallo en el libre, la locura de J.R. y la prórroga valiosa para Golden State.
LeBron empata a Jordan y a West
LeBron acabó con 51 puntos, su récord profesional no solo en las Finales sino en unos playoffs. Esa anotación es la más alta desde que Allen Iverson firmara con los 76ers 47 puntos en las Finales de 2001, ante los Lakers. Tyronn Lue andaba por ahí. Supongo que lo recuerdan. Además, es el sexto en la historia de la liga en firmar 50 más puntos en un partido de las Finales y el primero que con esa anotación lo pierde.
LeBron empata a Michael Jordan como el jugador con más partidos de playoffs de la historia de 30 o más puntos (109). E iguala a Jerry West como el jugador que suma más encuentros de 40 o más puntos en unos mismos playoffs. West consiguió ocho en 1965. LeBron lleva ocho, de momento, en 2018.
¿Quién dijo que esto iba a ser aburrido? El domingo, más. Muchísimo más