Kabul- Los cuatro días de ofensiva de los talibanes contra la ciudad oriental afgana de Ghazni han dejado al menos 325 muertos, mientras la ONU llamó hoy la atención sobre la grave situación que viven los civiles atrapados en la urbe.
Desde que el pasado viernes cientos de talibanes atacaran de forma simultánea puestos de control y la línea defensiva alrededor de Ghazni, las fuerzas de seguridad lograron hacer retroceder a los insurgentes de las principales áreas de la ciudad e infligieron al menos 195 bajas en sus filas.
Sin embargo, la batalla, durante la que los talibanes se atrincheraron en viviendas de civiles, también causó la muerte de cerca de un centenar de miembros de las fuerzas de seguridad, entre ellos 70 policías, anunciaron en rueda de prensa los ministros de Defensa, general Tariq Shah Bahrami, e Interior, Wais Ahmad Barmak.
De acuerdo con el balance “preliminar” de víctimas, perecieron, además, una treintena de civiles.
Tras el asalto talibán, se enviaron a la estratégica Ghazni un millar de efectivos para reforzar a las Fuerzas Armadas afganas ya desplegadas en el lugar, que esta mañana hicieron retroceder a los insurgentes de puntos estratégicos como las áreas donde se ubica la prisión y el cuartel general de la Policía.
“Las fuerzas de seguridad se encuentran ahora estacionadas en los cuatro puntos de la ciudad, que está totalmente bajo el control de las tropas”, sentenció el ministro de Interior.
En su contraataque, las tropas afganas están contando con apoyo de la aviación de Estados Unidos, que con sus bombardeos causó la muerte de más de 140 talibanes desde el inicio de la ofensiva el viernes, detalló a Efe el portavoz de la misión de la OTAN y de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, Martin O’Donnell.
En los últimos cuatro días, las fuerzas internacionales llevaron a cabo 24 bombardeos, la mayoría de ellos ayer.
“La ciudad de Ghazni continúa bajo el control del Gobierno afgano y las aisladas y dispersas fuerzas talibanes que se mantienen en la urbe no suponen una amenaza de su caída (en manos de los insurgentes)”, afirmó O’Donnell.
Sí supone una amenaza, a su juicio, la táctica de los insurgentes de esconderse en residencias de los civiles, que están “aterrorizados y acosados por este ataque infructuoso y la consecuente ejecución de inocentes, destrucción de casas y la quema de un mercado”.
También la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) alertó hoy de la difícil situación de los habitantes de Ghazni, incluso en el acceso a servicios básicos y atención médica.
“Las medicinas en el principal hospital son cada vez más escasas y las víctimas no pueden ser trasladadas de forma segura para recibir tratamiento”, advirtió en un comunicado, al hacerse eco de los reportes recibidos sobre el terreno.
“Las principales vías de acceso, tanto en el norte como en el sur de la ciudad hacia ciudades más grandes donde hay instalaciones médicas disponibles, están en disputa y son inseguras para viajar”, añadió la OCHA.
Con unos 270.000 habitantes, Ghazni sufre, además, un corte de las redes de telecomunicaciones y de suministro eléctrico, lo que ha afectado al abastecimiento de agua.
Mientras continúan los enfrentamientos, especialmente en las afueras de la urbe, muchos habitantes atrapados en la ciudad se encuentran en el interior de sus casas, de donde no pueden escapar.
Esta ofensiva es la peor sobre una capital provincial desde la que el pasado mayo logró ocupar durante un corto período de tiempo la ciudad occidental de Farah.
También en 2015 los talibanes tomaron durante varios días la ciudad septentrional de Kunduz, en su mayor logro militar desde la invasión estadounidense en 2001, y al año siguiente estuvieron cerca de conseguir su objetivo de nuevo.
En 2016, los insurgentes cercaron y lograron entrar en Trinkot (centro), capital de Uruzgan, y Lashkargah (sur), capital de Helmand, pero en ningún caso pudieron mantener el control más de unos días.
De acuerdo con información difundida a finales del año pasado por el Congreso de Estados Unidos, el Ejecutivo afgano controla cerca del 56 % de Afganistán, los talibanes dominan un 11 % y el resto es territorio en disputa. EFE